Sunday, April 8, 2012

En mi cuello manos opresoras
coronilla punzante
frente filuda
fluidos líquidos raudamente
labios imantados por la gravedad. No me importa.
Ojos grandes diminutos rasgados aplanados.


Esto hay que terminarlo.


Egoísmo. Pudor cobardía.


No teníai una maquina de escribir hueón? Tenía hueón..


Mezclas de grasa resentidas
de cebo arrepentido. Iracundo


Deja de apestar humanidad tan humana.


Smog adhesivo
saliva nauseabunda.


Por eso mejor no salgo.


















Me pierdo en esta hoja mis ojos se pegotean en cada enfoque. Se despegan lentamente los glóbulos oculares, uno a uno. Veo su color blanco amarillento y venoso por el esfuezo. Quien sabe si llorosos por lo que ven o vidriosos por lo que no quieren ver.
Mi cabeza es sostenida por una mano. Dedos largos nudosos, secos agrietados y fuertes. Se quiebra la calavera y lo verde se escurre. Cerebro reventado neuronas trituradas mutiladas, absorbidas por la asquerosa realidad.
Ahora a mi esqueleto, mi cuerpo se le hace estrecho. Mis huesos se atoran igual que mis palabras en la atmósfera conocida como aire, mis huesos quieren romper las fibras, atravesar músculos, probar de lo asqueroso para huir de ello. Dejar el envase, el pellejo.


Fue a dejar a la niña. No está.


Bienvenido donde mi lío.


Con los cachetitos rojos.


Botagatos ¿qué haces con ellos?


Comecuerpos.


A mí déjenme. 


Vertical. Horizontal. Oeste este aqui allá. Allá. Al-lá.


Te hace pensar. Mentira. No existe. No puedo recordar.


Las piernas se me quedaron abajo de la mente. No hay escaleras.


Unas como dos o tres risas en las margaritas de los costados.


Más lento.


Para su muerte triste majestad triste humanidad, idólatra ilusa.


De nuevo esas risas escondidas en las margaritas.


Esta wea es la zona de la muerte.


Me falla la motricidad. Se acumula en la médula y ahí permanecerá hasta solidificarse y ser un obstáculo más. 
Se me ha vuelto a encorvar la espalda, se acuchara con frecuencia ultimamente, tal vez porque el encéfalo quiere correr. 
Que miedo mis palabras y que miedo decirlas.
Que miedo mis palabras y que miedo decodificarlas.


Aire envenenado, sucio desagüe de mentiras. Para de alabar maldito hipócrita!
Rendición violácea curvas celestes caricias de sueños suaves como leche.
Cerca aquí. Nunca. No sé.
En cada lugar.


Ya no puedo explicar nada. 
He estado mirando esto por mucho tiempo y aún no me doi cuenta de lo que es.
Con esfuerzo logro traer a mi memoria los instantes de hace unas horas.
Escucho por el momento, por el segundo. Escucho por el segundo carpediemando.


Una hora = una hora llena de sesenta minutos
Será una hora muy vacía.





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