Aniversario
Le escupió en la cara, estaban sentados bajo la tenue luz difuminosa de una ampolleta titilante. Las sillas antiguas y astilladas no daban abasto con la situación y crujían igual que el techo. El calor era insoportable. Estaban inmersos en un sopor sanguinolento de ira. Sus ojos contra los de ella, los de ella contra los de él, el vino sobre la mesa y el mantel sucio desde hace un mes. No pudo evitar que se le escapara una lágrima, una lágrima negra concentrada de rabia, delineador y rímel barato; y ahora al llegar a la mejilla se había entremezclado con el escupitajo.
Afuera la noche ignorante seguía su jocosa vida. Voluminosa y colmada de astucia veraniega, pobre y poblacional.
Sus manos le temblaban, pero ahora por miedo. Le sudaban, atiborradas de pulseras y anillos de fantasía. Al otro lado él, fijo indolente, como si con su ceño fruncido y su mueca de odio indescriptible le tirara mil escupitajos por segundo. Sus cejas pobladas y su barba de días le daban un aspecto tosco. – ¡Perra! – Le grita, y su aliento le quemó la cara. Ahora más fuerte – ¡Perra, devuélveme las llaves de la casa! ¡Acaso me pensai tener encerrao toda la noche aquí!—Con la voz quebrada pero fuerte la mujer le respondió –No, hoy no sales…. Es nuestro aniversario.